Así es. Hasta hace unos días nunca me había arriesgado mar adentro. Quizás porque aún no había incompatible el itinerario de mis sueños. Quizás además porque tenía un poco de miedo a marearme o aburrirme durante el alucinación (esos prejuicios típicos de quienes nunca han estado a borde de un barco).
Por invitación de MSC Cruceros, realicé un minicrucero saliendo de Río de Janeiro con destino a Santos, a borde del MSC Divina.
Ahora en julio fue la primera vez que el barco MSC Divina atracó en Brasil. Y el motivo: el Mundial. El barco fue fletado por aficionados mexicanos para seguir de cerca a su equipo, con paradas en puntos estratégicos para ver los partidos en vivo.
Considerado el barco más lujoso de la red MSC, MSC Divina tiene números impresionantes: 18 pisos, 27 mil metros cuadrados de radio popular, 20 bares, 7 restaurantes, 2 de los cuales son de la cautiverio Eataly (¿recuerdas el de Nueva York? Ver aquí), 4 piscinas y capacidad para más de 4.300 invitados.
Incluso tiene una escalera de cristal. ¡Swarovski!
La cabina con azotea se siente como un hotel de fastuosidad…
Para producirse el tiempo, existen infinidad de opciones. Encima de las piscinas y jacuzzis, hay mesas de ping-pong y futbolín,
casino,
boliche,
cancha,
cine 4D,
spa con auténticas masajistas balinesas,
así como salón recreativo, teatro, discoteca, campo…
Para quienes gustan de la exclusividad, el barco además cuenta con servicios de primera clase, llamados Club Náutico MSC. Los camarotes de esta clase son más lujosos (tienen bañera con hidromasaje, Nintendo Wii y cesta de frutas con champagne la bienvenida a borde) y existen servicios exclusivos, como, por ejemplo, check in y check out Entradas prioritarias, mayordomo para deshacer y hacer las maletas, por otra parte de piscinas y restaurantes exclusivos.
De todos modos, mi primer alucinación en crucero fue muy corto. Lo disfruté mucho y confieso que el barco superó mis expectativas, a excepción del desembarco que tardó más de lo esperado. Me quedé con esa sensación de querer más…